quarta-feira, 30 de dezembro de 2009

"China para hipocondríacos" de José de Ovejero



“Voy a echar de menos la visión de esos hombres y mujeres realizando al amanecer ejercicios en que no se ve esfuerzo, ni competición, ni la obstinada saña con que muchos deportistas mortifican su cuerpo en busca de una difusa perfección.”

“China para hipocondríacos”, de José de Ovejero, ha sido galardonado con el premio Grandes Viajeros de 1998 y, a mi, se ha presentado un libro interesantísimo que me ha acercado a dos grandes mundos: un poco más de la lengua española y un poquito (pero, al cabo, me parece mucho) del planeta China.

Ovejero narra muy bien y con simplicidad, tanto que no lo reconozco un hipocondríaco tal es la paradoja de su situación. Para un hipocondríaco ponerse a la merced de las comidas, del clima, de las cuestiones sanitarias de un país como China, me parece, es un total disparate. Me parece muy más un investigador experimentado – cosa que se certifica más adelante con los relatos de sus otros viajes. Ojalá sea la adrenalina de ponerse en riesgo mayor que su miedo de arriesgarse.

El libro tiene varios momentos sorprendentes y a lo demás lo pasa bien sin nunca volverse pesado. Me ha impresionado sobre todo el capítulo que habla del canibalismo entre los chinos, “El horror…”, por si fuera poco, este hecho ha ocurrido haz poco tiempo y se motivó por el odio, no el hambre como ocurrió en el pasado.

Trascribo algo para que tengan una idea:

“Ingerir carne humana tiene una cierta tradición en China. En el 205 a.C. el primer emperador Han, Gao Zu, a la vista de la situación de hambre reinante en el país que acababa de conquistar, promulgó un edicto que permitía a los padres vender a sus hijos. Muchos siglos después aún era práctica común en varias regiones de China que las familias campesinas intercambiasen a sus hijos para no tener que comerse a los propios.”

No quiero me hacer el melindroso porque, si algo me parece razonable, algo no me va bien, pero Ovejero, se es posible con tal tema, nos apacigua cuando compara nuestras culturas. En el occidente, todos trabajamos para la manutención y desarrollo de los jóvenes, mientras que eses, no pocas veces, dejan a sus mayores a morirse, cuando se vuelven estorbos, discapacitados.

En la cultura oriental, es al revés. El mayor tiene la prioridad, sobre todo los ancianos, su largo vivir se convierte en sabiduría y a la sabiduría hay que mantenerla para que se pueda pasarla a los demás. Es una mirada interesante, ¿no?

Su reflexión me ha hecho pensar en la antropofagia cristiana, como el cordero de dios o la comunión, algo que quiero llevar a las clases para comentarlo con alumnos, cuando hablemos de la vanguardia brasileña y de canibalismo indígena.

Otra cosa que me ha tocado es la paciencia de los chinos a los malos tratos que reciben. A eso, Ovejero justifica un poquito con la religión Taoísta. Según dice la paciencia es una virtud y el individuo no es importante, sino su familia o el clan a que esta agregado. De ahí, se llega al respecto demasiado a la autoridad, aun que la autoridad, cualquiera que sea, no respecte a nadie. Entonces, los chinos se someten a situaciones inconcebibles a nosotros – por supuesto que exagero y me quiero olvidar de las arbitrariedades que también nosotros como ganados aceptamos.

Además de todo eso, la lectura de “China para hipocondríacos” me hecho pensar a cerca de esta nueva especie que es el “homo turista” y su carácter bueno (o malo) a las sociedades. Creo realmente que algunos hombres inteligentes se quedan cómo que estúpidos cuándo se encargan de sus equipos fotográficos e se convierten en turistas.

Lo digo porque entiendo que sus miradas se vuelven principalmente a la belleza estética que procuran en sus viajes - y tal vez deba de ser así mismo. Al hombre turista – la mayoría – no le importa las desgracias del pueblo visitado, solamente, su fiesta y tal vez su amor, sobre todo el sexual, aun que el amor se compren por la hambre.

Al final de libro, a China y a Ovejero, me quedo ya echándolos de menos.

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¡Qué interesante! El site a seguir ofrece a los lectores la posibilidad de leer las primeras páginas del libro. Es una óptima idea para tener una noción de lo que espera a los aventureros. La dirección es http://www.puntodelectura.com/upload/primeraspaginas/978-84-663-2210-2.pdf
¡Buen provecho!

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¿Que es la ociosidad? He terminado la lectura de mi segundo libro en español en poco menos de dos meses. Algo raro si consideramos que en la vida toda he leído tal vez cinco libros.

En verdad es un placer esta obligación que me incubo. Por necesidad de perfeccionar mi español me he impuesto a la lectura permanente – ya que me queda lejos la posibilidad de irme a España, Argentina, Uruguay, y quedarme por un largo tiempo. Sin embargo, ese estudio placentero tiene gran dificultad para hacerse productivo con la rapidez que necesito, puesto que yo no me inclino hacia un método pragmático, sino que sigo aprendiendo por ósmosis. Es decir, algunas expresiones que he subrayado en las lecturas (y son centenas) para después esclarecerlas o mejor comprenderlas se van a perder porque, reconozco, no las voy a esclarecer.

terça-feira, 22 de dezembro de 2009

“La cruz invertida”, de Marcos Aguinis, ganadora del Premio Planeta de 1970.



Terminé la lectura del romance de Marcos Aguinis y más una vez estoy impresionado. Diré más: estoy pesado. Su letra me ha atingido nuevamente en el más fondo de mis cuestiones: las injusticias y la complicidad de los órganos que deberían de promover la igualdad – en el caso del libro: la iglesia; y la cuestión de la arte como denunciadora, como provocadora de incómodo.

He leído anteriormente “La gesta del marrano”, estupendo, y “La conspiración de los idiotas”, un buen libro. Ahora, no comprendo como su nombre no está entre los mayores escritores de Argentina en los tiempos actuales, tampoco como no se oye hablar de él en los bancos de las facultades de español en Brasil.

La historia es de todos los puntos muy fuerte y exige una relectura, está listo. Su estructura no linear, quebradiza, me incomoda un poco, pues ablanda el dolor de algunos pasajes. Es imposible hacer recortes para ilustrar su intensidad, pero me parece que el título – haciendo recordar que en una de las puntas de la espada hay una cruz - ya de por si dice mucho. Así, tenemos la iglesia y soldado hundido en una sola acción: a la conquista por la espada, a la muerte por la espada y la salvación – o terrena o eterna.

El padre Carlos Samuel, que vive una vía crucis igual que un Cristo moderno – mejor, permanente – así como la prostituta Magdalena - no por opción como suele ocurrir - son los principales personajes y los extremos muy bien descritos por Aguinis.

La estructura solicita una atención especial a sus títulos, pues, así como algunos personajes, son homónimos de los ciertos libros de la Biblia y, cómo podemos creer que sea casual, es necesario buscar ese saber.

El capítulo final me hizo recordar el final de “Los versos satánicos”, de Salman Rushdie, adonde una alucinación hace que los personajes vivan una experiencia mítica – tal vez el único modo de tener una experiencia trascendental.

Pensar que este libro fue escrito antes de la dictadura argentina y, por lo tanto, su carácter de profecía, es asustador. Bueno, si fuera usted, lo leía ya, de pronto.